LV.

Hay porqué

Yo veía un cielo plano

y sin color

por la ventana;

yo oía los gritos de los pájaros

en inertes madrugadas.

Yo sabía

que las calles estaban hechas

de tierra o de cemento,

y que andar era seguir 

un camino repetido.

 

Amante, pasó el tiempo,

y noches y mañana

cálidas y frescas.

Amante, y el cielo ya no es

un cuadro plano

por la ventana.

Amante, porque te quiero,

el cielo es el mejor paisaje,

porque es océamo y es fuego,

y esconde el vapor del té

y la furia del humo negro.

Amante, andar no es acudir

a un camino repetido;

porque te quiero,

andar es ir pisando el pasto

y acariciando

el fresco rocío de las flores.

 

Los parques y los bancos,

las casas y las veredas

relucen y están repintadas

porque te quiero.

El río y los pájaros

y los árboles del parque,

¡han crecido! Y están verdes

porque te quiero.

 

La música, los museos,

los cuadros y las esculturas

todos se han bañado

con la cálida brisa

del sincero arte,

¡y la luna

y las estrellas,

todas brillan

porque te quiero!

 

Amante, y si al mirarme de frente

se descubre en mis ojos un fuego,

no dudes ni un instante:

¡brillan porque te quiero!