Regresarás
y no habrá transcurrido el tiempo,
aunque haya dejado su huella en cada raíz,
que ahora es un tronco genuflexo.
Quizá así el dolor
deje de tener memoria
y enmudezcan los ecos del pasado.
Tal vez te vea venir en la dirección del viento
como brisa que se alza sobre la marea,
o como ese caos que habrá de amainar mi desorden.
Regresarás
para dispersar esa suma de ausencias;
sombras que, a un tiempo, fueron abrigo y penitencia,
y me dejaré abrazar por la soledad de tus silencios,
y, así, acaso tu cercanía pueda arrancar
esa herrumbre que aún llevo pegada a los huesos.
Regresarás
del largo viaje de una noche,
que se ensanchara como metafórica frontera,
donde la sangre hierve al vapor de ajenos duelos
para oscurecerse en los rincones del alma,
pero que, como iridiscente llaga, abriera a la luz
esa parte de mí que aún da aliento a tu recuerdo.
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