Lucho Memucho

Eterno

 

Eterno

por Luis Guillermo 

A la amistad ...

 

Cuando abrí los ojos, ya estabas,

grande, imponente y amigable;

juré que algún día partiría;

mientras, tú seguirías formidable. 

 

No, dolorosamente no fue así,

el suave estruendo del viento venció; 

venció al gigante de la raíz;

el gran árbol no cayó, se inclinó. 

 

Increíble momento agónico, 

aún mutilado de la gran raíz,

mientras, gemías el llanto bélico,

seguiste luchando contra el sufrir.

 

Plañido lóbrego y silencioso,

disfrazado de patéticas risas,

hizo que mirara donde estabas

y me diera cuenta que llorabas. 

 

Me senté a tu lado y escuche

y realmente no escuche nada;

mejor dicho, sentí que suplicabas,

suplicabas que todo terminara. 

 

Ya tus ramas sonaban quebrantadas, 

ya tus hojas lucían humilladas;

más, sin embargo, tu semblante quedo.

Quedo para perpetuar tu sueño. 

 

Y llego la noche acompañada 

de frío, silencio y luna llena,

hablamos de la vida añejada,

y vivimos una velada buena.

 

No, no hizo falta una promesa, 

basto una mirada para pactar,

la eternidad nos protegería 

a lealtad no le quedo más que jugar. 

 

Jugamos el juego de la amistad,

soñamos el sueño de lo eterno, 

y dejamos atrás a la realidad 

y así nos perdimos en sinceridad.