La lluvia cae sobre su rostro
y las lágrimas se van camuflando,
el firmamento es el escenario,
para las centellantes líneas
y ensordecedores truenos
que dramatizan la agonía de su alma;
el cielo también está llorando.
La pena la cubre
y la lluvia la abraza,
pero ella… entumecida;
está ausente.
Ni el sol deslumbrante
que se irá asomando
al final de esta tormenta,
salvará la ternura
entregada a ese primer amor.
Su mente es confusión,
su corazón va mutando de dolor,
tendrá la mirada gélida,
y negará su amor a cualquiera;
así quizá la calma se apiade de ella.