Araceli Vellber

31.

La poesía empezó en mí, contigo

tú en tu lado de la cama,

yo, en el mío, lanzándote versos

y tú, recibiendo besos,

cuando te desabrochabas el botón de la camisa

despertaban mis ojos,

cuando tus manos decían un si

y las mías aceptaban ese te quiero,

aunque desconociera todavía la hora

que tu corazón

era capaz de cambiar las agujas de mi reloj

y yo, que no entendía de sábanas, ni almohadas,

pero todas hacían juego con el carmín de tus labios

y ese cabello pelirrojo

saltaba al acantilado de mi pecho.

La poesía no terminará contigo,

ni conmigo,

ni en nosotros,

tal vez tenga ya su propio asesino

que le escriba.