Luis Velázquez Buendía

BAJO UN CIELO GRIS ECLIPSADO MIEDO A LA PUERTA DE CASA

Qué seriedad la del niño

pisando en el barro los reflejos

de la luz irreal de las farolas,

el barro brillante saturado

de lluvia que repica y corre

por humildes regueros cosmogónicos.

Qué perfección del portaviones

de plástico flotando en el alcorque inundado:

la plaza solitaria la señal

acuciante de la hora tardía,

la plaza metafísica el reloj

del tiempo deformable.

Qué seriedad la del hombre

mirando sus fotos de niño;

así tuvo que ser, desterrado

de aquel tiempo mítico.

La lluvia continúa cayendo

aquí como entonces;

los paraguas abiertos invidentes

se abordan sin pedir disculpas.