Adrian Labansat

NADIE SABE QUIEN ES

 

 

Desde la acera del invierno

hay alguien saludando

con el ropaje de los sueños,

con el semblante sumergido en muecas,

habitante de la oscuridad en tierra de rostros,

profecías antiguas rasgaron su vestidura,

colgaba en las moradas de la noche,

oyó los aullidos del viento nocturno

como endecha de presagios,

agonizaba su razón

buscaba la quietud necesaria

para los huesos tumbados sobre el mundo,

en su movimiento la carne irrumpió en su alma.

 

Hay alguien llamando afuera

golpeando las paredes de la carne,

está herido,

le acorralan mariposas oscuras

como demonios encantadores

amontonándole llagas,

los ataúdes son  letreros que le guían

hasta su casa en ruinas,

ese sitio para la muerte

donde morirá desnudo,

con los ojos abiertos incapaces de cerrarse,

puertas inservibles por donde nadie entra,

camina con gusanos sobre sus deseos

es todo lo que de vida le queda,

es lo único que sé.

 

Alguien  ahora está llorando en el poniente,

arrastrando  despojos, creencias de que se ha existido,

no está y la primavera ha vuelto a perfumar todas las calles.