Julián Riveira Dosártes

Adicta Elegante

Todas las tardes, después del simposio,

la prueba de su éxtasis

me regala con broche de oro,

mi Adicta Elegante.

 

 

Yace lengüeteada

con su clara y melosa piel;

armoniosamente

 caliente y húmeda a la vez...

¡Iluminándome!

...

 

Por devoto y sigiloso a su placer,

su sabor poseo 

en mi lengua,

en mis vendas,

¡en todo mi ser!

        

¡Ah, a pura intimidad saben

todos mis vellos!

Aun así, sus maliciosos ojos y jugosos

labios me gritan:«¡Cómame!»

 

 

Está mordiéndose el labio,

¡Ah, tan jugosa y ansiosa es!

Ya lo sabe...

 

Le contesto: «Hmm. Hasta mañana, preciosa».

Me mira pasándose primero

su lengua por sus labios de arriba

y abajo, con sus manos, exhibiéndose toda:


«¿Me va dejar así con tanto anhelo, mi amante caballero?»

«Sí, ¡hasta mañana mi golosa adicta elegante!»