Samuel Santana

Como el fuego

Así te quise:

blanda, suave, madura y

con los ojos amanecidos

como el alba.

 

Tu pelo flotaba sobre la

anchura del mundo.

 

Las gotas de la lluvia

resbalaban por tu piel

blanca y floreciente

como un trigal.

 

Todas mis intenciones

aparecieron como fuego

desatado en la pradera;

fuerte, duro, macizo

e incontrolable.

 

De haberte alcanzado,

te hubiera socavado como

el mortal relámpago y

hubiera consumido tu miel

como el guerrero hambriento,

bruto y solitario. Y no hubiera

temido al infortunio,

a los fantasmas tenebrosos y

ni siquiera a la misma muerte.