Inexistente

A juicio propio.

No es desde el mundo que llega la derrota
porque todos le vieron derrotado
desde siempre.
Recoge entre sus manos el brillo de sus ojos
adonde regresan calladas las lágrimas
reclamando ser los testigos de su propio juicio.
Piden abrigo, llegando desde el pasado;
aunque la rama azote después de ser arqueada
su látigo es recordatorio
y hace recobrar la primigenia sustancia.