Raiza N. Jiménez E.

Despecho.-

 

 

No me digas que me quieres si en mi cuerpo no lo siento.

De ti oigo el sonido de palabras vanidosas que mienten.

Ayer te quise, sin amar tus pasos, que se llevó el viento.

Hoy sé que, no es amor si mi pecho y alma no lo sienten.

No falsean mis locos sueños que recreo en mi aposento.

 

Te escucho venir y se inquieta mi cuerpo, es por el estío.

Son tantas las horas y los días que en vano  yo te esperé

que, ahora, ningún tiempo te pertenece y sólo hay hastío.

La mujer sensible que aún vive en mí, lloró y, la consolé,

cómo no hacerlo, si sus miradas revelaban dolor y extravío.

 

Habremos de hablar de, dos a dos, con claridad y más pudor.

Quedan tantas cosas por decir que, no es rara tanta mentira.

Mentimos los dos, por omisión o porque creímos era amor.

Hemos creado a cada paso un vendaval cargado de ira…

Hoy deseo dejar todo al olvido  pero, se afirma en mí el rencor.

 

Te perdono el agravio, puedes irte, que no te ataje el pesar.

El amor está hecho de alegrías, en absoluto de remordimiento.

El estar sola en los días y las noches, me ha obligado a pensar.

¡Quizás me miraste con ojos párvulos,  ojos de encantamiento!

Yo, es cierto, me oculté para ver al amante y me supe encariñar.

 

¡Nunca se puede ignorar, cuándo y cómo, suspira el corazón, al

escuchar las notas musicales del amor, en los pasos del amado!

 

Raiza N. Jiménez/ 23/2/2017