Manugongue

FEBRERO

 

Te fuiste...

Y no por esperado,

dejó de ser inesperadamente.

Te fuiste

aquel febrero loco,

que derramó su hiel en nuestro otoño,

el tuyo ya perdido, por supuesto;

el mío sin esperanza.

Te fuiste

sin dejar un vestigio de tu alma,

de tu alma poblada de misterios,

que no los descifró la ciencia humana.

Te fuiste y, sin embargo,

cuando cierro los ojos,

veo los tuyos clavados en los míos,

verdi-grises, despiertos y profundos,

mansos, pero angustiados...

¿Qué sinrazón marcó tu despedida?

Jamás podré saberlo.

Mas, aquí te confieso,

ya demasiado tarde

(si es que no te lo dije por desidia):

diera lo que me resta de la vida

por uno de tus besos.

 

                 

 

                     Manuel González Guerrero