jorge enrique mantilla

DEJÉ DE REIR, BEBER Y FUMAR

DEJÉ DE REIR, BEBER Y FUMAR

 

Dejé de reír, de la impotencia de las arrugas, enemigo de la amargura

Dejé de sonreír, de felicidad, sin amigos de antojos sin armadura

Dejé de bromear, sin burlas, que sacrifiquen una sonrisa de mi figura

Dejé de reír sin comisuras, que delaten lo cadavérico, de mi sepultura

 

Dejé de beber, de tomar y emborracharme también

De resacas de mi garganta, arañas de mis entrañas

Alcohol, que transforma de mis pensamientos, engañas y las empañas

Las tormentas, las convierte en lágrimas de cascadas y embarradas de mis hazañas

 

Dejé de fumar, de aquel humo de tabaco aromático

Dejé de quemar, como arden los leños de alquitrán emblemático

Dejé de respirar, de ahogarme de tos y flemas que todavía salpico

De colillas y olores, silenciosos descontaminación, que al final claudico

 

Dejé de putear, dejé de salir a la cantina de los dolores

Dejé de coger, a cuanta mujerzuela de colores de sus interiores

De faenas de travesuras, del cuerpo infame de sus olores

De noches de milonguera, de golfas, seductoras de horrores, de sus pudores

 

Dejé de llorar, de tristezas que ahogan las cuencas de mi despojos

Sin lágrimas por derramar que calmen las angustias de mi espíritu

Dejé de sollozar, de implorar migajas de anhelos de sus antojos

Dejé de gemir, de penas que estorban las penurias de mis enojos

 

Dejé de pensar, dejé de opinar, de sus consideraciones necias

Dejé de juzgar, dejé de meditar, problemas de inconveniencias prietas

Dejé de tramar, soluciones perdidas, del holocausto sus profetas

Dejé de cavilar y de considerar, reflexiones de metas secretas

 

Dejé de probar, de las delicias de su manjar exquisito

Dejé de ensayar, de las mieles de su panal, poder degustar

Sin repasar la savia encendida, de tu piel, rosa florecida

Dejé de saborear los pétalos de sus aromas, que un día pude abandonar

 

Dejé de maldecir, de mis rabietas no quería proseguir

Dejé de renegar, de odios y locuras de venir y sentir

Dejé de jurar y calumniar, de sus caricias conseguir

Dejé de insultar, sin eco que retumbe en la oscuridad

 

Dejé de reír, de beber y fumar, sin poder encontrar

Dejé de pensar en el ayer, como si el eco pudiera escuchar

Dejé de preguntarme, si del sueño eterno, quería despertar

Dejé de agonizar, no quiero partir, de mis fuerzas, abandonar al morir

“Joreman” Jorge Enrique Mantilla – Bucaramanga sep 20-2016