Maygemay Gonzalez

Marinera

 

 

 

Era la hora de dorar ancla al sol,

 de tremolar gaviotas y pañuelos,

de aventar vela y ola hacia la espuma

de aquel mar de tritones y sirenas.

Estrenaste mantilla de manola,

claveles en la boca, chispera de sonrisas

y te lanzaste oceánica y corsaria

a correr agua y cielo, aventurera.

Al vuelo de tifones y huracanes,

tu velero rielaba espejos constelados.

Robaste caracolas  a la playa,

nardos a las orillas,

cofres y pergaminos a la arena.

En la playa atisbabas relámpagos de faro, redes y pescadores…

Y sin saber por qué no regresaste:

arrojaste la brújula , el timón a la banda

y  lanzaste tu proa hacia la niebla.

Rolabas en tu barca sin descuidar el norte,

la brisa te traía cuerdas y castañuelas,

fanales rutilantes sorprendían las sombras,

ardían mil candelas,

y crepitaban los maderos del naufragio sobre el horizonte

astral de fuegos fatuos y de hogueras.