Olivera Dayana

Lo nuestro no estaba escrito

Lo nuestro no estaba escrito.

Puedo entender que soñabas.

Con un encuentro bonito.

Unas manos que sanaran.

Entre tanto laberinto.

Perdiste lo que buscabas.

Rumbo a lo desconocido.

Me llevaste por la espalda.

En la función de tu circo.

Siempre faltó quien saltara.

Yo que no me adapto al frío.

Vi en tu verano cien playas.

Quien esperaba tu brillo.

Nunca amaneció en tu cama.

Y quien dormía conmigo.

Vio que nunca regresaba.

Quiero creer que el destino.

No nos quiso por las llamas.

Es difícil pero lindo.

Y a mi quererte me basta.

Aunque tu nombre y el mío.

Difícilmente rimaban.

Soy portada de tu libro.

Tu ya el duelo de mi espada.

Acomodaré mi nido.

Con tal que nunca te vayas.

Agradezco que el camino.

Esa vez te complicara.

Pensaste que no había sitio.

Donde tu alma encajara.

Yo ya daba por perdido.

Un amor como dios manda.

Íbamos para domingo.

Pero el viernes fue la causa.

Del primer escalofrío.

Que removía mis ganas.

Agradezco que el sonido.

De aquel tren me levantara.

La música del vecino.

Que me puso tan de malas.

Era preciso reírnos.

Sin cruzar una palabra.

Por la pregunta de un niño.

Que a una madre molestaba.

El azar perdió bolsillo.

La rutina amenazada.

Nos hizo ver han prohibidos.

Pero no nos importaba.

Porque caímos rendidos.

Algo que nadie apostaba.

Quizás por el recorrido.

Tan opuesto nos cerraba.

Hoy sin orden nos vestimos.

De caricia inesperada.

Casualmente hemos vencido.

Tras perder cien mil batallas.