El Corbán

EL CORDERO

Recordaba aquel cordero,

Que con sumisa devoción

Seguía a su pequeña dueña,

Si bien es cierto no es como un perro

Bravo y protector,

Más, Si causaba admiración

Tan frágil animalillo sediento de protección

Aferrándose a aquella niña

Como si fuesen de la misma especie

Pero sumisa y humilde,

Bastó con dejarla de ver un instante

Para que el pequeño animal grite con desespero

Sintiéndose completamente abandonado

Y perdido, perdido sin esperanza,

¡oh, si fuésemos como aquel irracional para asuntos espirituales!

Aferrados al Eterno permaneceríamos

Sedientos del agua viva de su palabra

Sordos, sin importarnos los pueriles labios humanos

Y pendientes... de nuestro amoroso dueño celestial,

Aquel que se llamó así mismo EL BUEN PASTOR.