Necrofagotimes

Ánima(l).- (08/02/2017).-

Las mujeres que soy están aullando,
Curiosas, desinteresadas, modelan la arcillosa espera
De tus movimientos.
Son hembras de la noche cerrada, de la sequía dolorosa,
De la impenetrable espesura.

 

Las mujeres que soy agilizan sus piernas,
Se disuaden de lastres, nunca trastabillan lo que sienten.
Guardan en cajitas, entre pétalos, los facones
Que les clavan; algunas devuelven la cortesía con alegres
Muñecos de cera roja, otras, directamente,
Con manos precisas brotan el rojo de quien las hirió.

 

Las mujeres que soy casi nunca temen
(Y cuando temen, es peor, no hay lógica que las retenga),
A veces intuyen en sus húmedos caldos
Y saben sembrar y cosechar paciencias lunares.
Siempre olvidan o perdonan, no ambas a la vez.
Son sencillas, supervivientes, bellas sin necesidad
De encaramarse joyas en sus músculos que,
Por lo demás, siempre están moviendo, como un trance.

 

Las mujeres que soy saben mucho de la paz,
De la exhuberante fiesta de las carcajadas,
Practican el gregarismo adecentando a todos sin envidia,
No reprimen sus emociones, casi ninguna sabe de máscaras
Y toman la vida como a un animal tembloroso -por las patas traseras,-
Para lanzarle un veredicto sin oportunidad a la defensa.

 

Las mujeres que soy no suelen pensar despropósitos,
Para no anegarse a ideas, para no entramparse en inhibiciones.
Prefieren echarse a la tierra para fecundarla,
Estirarse por todo el cielo y dejar sus dibujos visionarios,
Empaparse hasta mojar ellas la lluvia que las respira.
Eligen desdeñar al tiempo y, en cambio,
Construirlo con lo que les toque la piel.

 

Las mujeres que soy sólo viven por amor,
Expertas en hacer de su vulnerabilidad
La mayor de sus fortalezas.
Por amor también matan, no suelen disfrutarlo.
Acusan una lista de necesidades donde siempre algún otro
Va en sus primeros lugares.
No temen a sus propios sacrificios, aunque renacer les cueste.

 

Las mujeres que soy preguntan por vos,
Ávidas de entregarse, de beberte con ruda y caña.
Prometen desintegrarte minuciosamente, casi con suavidad,
Enseñarte que la herida es el cuerpo,
Que la angustia es el hombre;
Que no es amor si no enloquece, si no desarraiga y vacía;
Que no todo lo que enloquece, vacía o desarraiga es amor.
Prometen la sabrosa aniquilación de todo cuanto crees ser,
Para que, libre de reflejos, por fin seas.
Prometen darse, como un lento beso,
Hasta sanarte todos los dolores que te sobren.
Cada tanto, lo hacen conmigo. No entiendo cómo,
Pero funciona.