Vicente Martín Martín

Al sur del paraíso, ser guapo tiene un precio

Al sur del paraíso, ser guapo tiene un precio
y es que ignoras
si esa chica que sale de la clase de inglés y te atraviesa
con sus pechos enfáticos
es tu hermana o tu amante, tu cuñada adoptiva
o una suegra bilingüe que ha perdido su inocencia en el baño,
qué más da,
el problema consiste en que no puedes canjear la belleza por un plato de harina
ni hacer que las muchachas cereza se comporten
como chicas de Liverpool,
perfectamente estúpidas, dichosamente Beatles.
Y si el mundo se orina en el umbral de las casas donde vive un donjuán
quién soy yo para hacer otras leyes y evitar
que en verano se pongan uniforme las moscas
y nos llenen
de sangre las levitas.
No conozco una norma que le obligue a la gente a ser imbécil o prohíba
afeitarse las barbas con cuchillas eróticas,
sin embargo
he ido de isla en isla sonriendo a los árboles y rezando el Talmud
y siempre he visto
moscovitas ilustres saludando a las legiones romanas
y monjas en patines,
me he encontrado
vendedores de alquimias en las playas
y corsarios de cuento trabajando en Hacienda,
todo ello a la vez que mis amigos los guapos esnifaban
siglos de gelatina y se ponían
un mapa de Bizancio tatuado en las ingles.

Nada que criticar,
todos tenemos
mil mezquitas profanas y un imán que nos abre las ventanas del cielo.