Esteban Mario Couceyro

Pánico

La puerta, lentamente se abre

mi mano humedece el pomo de bronce

mientras un fino haz de luz brillante

enceguece mis ojos dilatados de penumbra.

 

En ese pequeño espacio, veo el exterior

la vereda, los árboles, hasta la esquina

poblada repentinamente de tráfico

habilitado por el semáforo de la otra cuadra.

 

Imprevistamente, a mis pies asoma un perro

mirándome atento,con inquieta cola

por detrás, su dueño pasa mirando de reojos

me oculto y espero.

 

El cuerpo se tensa en infinito hormigueo

ya no pasan autos, pero una motocicleta

se instala en el universo, colmando todo en ruido

Cierro los ojos y mi nuca estalla de dolor.

 

Pasa un siglo o dos y abro la puerta

La luz me inunda como una enorme mano

debo salir, caminar como los otros

sonreír, saludando quienes cruzo.

 

Miro arriba en el cielo claro

donde unos pájaros vuelan en círculos

mis brazos quieren ser alas

en un mundo sin pánico.