Heliconidas

La luna

Eres pasaje breve de nimbo y plata.
¡Tan bella cuando quieres!
Con tu fulgor ceniciento tapizando el mar fúnebre.
Bella, atemporal… como niña inocente
y como candoroso resplandor
en los ojos de una mujer vieja.
Atemporal, efímera. Cíclica y esférica,
eres amor de una noche, lumbre compañera.
Perla suspendida entre el horizonte y el infinito.
Cuantas veces imaginé pareidolias
al mirar tus oscuros mares y astroblemas.
A veces, te veo cual difusa cara sonriente,
otras, melancólica, quizás reflexiva.
Siempre mediando las mareas de mi alma
y reflejando mis propias emociones.
Tal vez por eso se disputaron tus magias del alba
las reinas del cielo: Selene, Artemis, Astarté…
Siempre reflejando lo que soy,
en la noche de mis días y en el día de mis noches.
Fuiste y serás el sublime tintero de los poetas.
Desde el hexámetro del griego
hasta el modernismo dariano,
no hubo quien no te evocara.
Un calendario, una mitología, un secreto.
Creciente y menguante como mis penas
es tu rostro gris-blanquecino.