teresa ternavasio

HUYE

HUYE

 

Blanca como  espuma, que sobre costas deja el mar,

Cabellos que son excesos del altanero Dios Febo,

Todo el rojo de la tarde  reflejado en sus mejillas

Y aroma de jazmines  concentrados en su piel

 

¿Quién no la iba a querer si era como una Diosa?

Hasta la lechosa luna, se mostraba envidiosa,

Por eso Juan de Los Cardos, estaba enamorado,

Mirándola desde lejos, se había ilusionado

 

Acongojado pedía, que no tardara la noche,

Porque soñando, la tenía entre sus brazos

Y si ella le daba un beso, caminaba sobre nubes

¡Se estremecía de amor, preso de su mirada!

 

¡Juan de Los Cardos despierta!,

Gritó ansiosa la aurora

Fría como la muerte es la niña de tus sueños,

No conoce de amores,

Nunca vio el amanecer, ni andando por la vida,

Se detuvo a querer

 

No escucha la voz del viento

Ni interpreta a las estrellas,

Solo mira el espejo y sabe que es muy bella

 

No sufras porque no tiene, en su pecho un corazón,

Que le hable de ternuras, de suspiros contenidos,

De la dulce poesía que acomoda las palabras,

De candentes recuerdos, del fuego de una pasión

 

¡Huye Juan de Los Cardos de esta niña perversa!

Corre entre los pastos, que la tristeza te alcanza

Eleva el vuelo muy alto, en busca de la esperanza