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¡Oh ciudad!

La ciudad en tinieblas
acogiendo apuestas,
madrugadas violentas
con gente desdichada
muriendo con el viento
a través de los espejos
del polvo del tiempo.

En la furia de la ciudad
se escuchan disculpas
por la falta de vidas
dispuestas a cambiar
la putrefacta soledad,
pero ella lo guarda
todo en su paladar.

Maldita ciudad, ¡púdrete!
hunde tus esqueletos
en el abismo del infierno,
algo más allá de lo posible
en la profundidad excedida
donde ya no seas visible,
lleva contigo la miseria
también a los hijos
mal agradecidos
que viven en tu tierra.

¡Oh ciudad! Sigue asesina,
muestra tu gallardía,
aniquila las prisas,
siéntete odiada
y sobre todo amada,
emana tu injuria,
apesta el asfalto,
las casas y los silencios,
¡oh ciudad! Púdrete
con todos tus alientos.   
Lleva todo, por favor  
lejos, lejos.