Lo tengo al frente mío y observó una armadura desgastada, deteriorada,
Observo un rostro con una mirada triste, desolada, atribulada y perdida;
Veo de que manera su cuerpo refleja las marcas de una guerra donde se entregó con su corazón, con su cuerpo, con su alma, con cada parte de si para con orgullo izar las banderas de la victoria.
Con detalle curioso en mí, analizo su manera de hablar y capto su voz baja apesadumbrada, con una mirada enfocando el piso y sus pensamientos en otro lugar tal vez en otro mundo
Observo un guerrero sin ganas de luchar, sin ganas de combatir ni querer disputar con otro contendor, sin deseos ni anhelo de enfrentar su destino para continuar con esa codicia por tener la victoria.
Sin dejar de parpadear y con asombro, notó de que manera con las pocas fuerzas que le quedan en su destrozado cuerpo levanta la cabeza con su mirada perdida, agonizante, devastada me observa con tristeza; ahí solo ahí siento como con esa mirada que se clava en la mía y con desconcierto me doy cuenta que estoy al frente de un espejo