Carmen Lombardi

Lágrimas de sangre.

 

Y aunque a veces sonría, añoro los buenos tiempos,

la libertad perdida, el deseo enjaulado, el anhelo olvidado.

 

Y pienso y lo vuelvo hacer una vez tras otra cuestionándome a mí misma cuáles son

mis errores, mis fracasos, mis aspiraciones; a lo que no encuentro respuesta, esta escapa de mis manos.

 

Llora alma mía, llora.

entierra remordimientos, amarguras, amenazas.

 

Veo un futuro, construyo proyectos, pero algo o alguien los destruye,

quiero ser fuerte, no creer en el destino ni en la mala suerte.

 

Quiero quemar obstáculos, sobrepasar límites, pero retrocedo

y es que algo me amarra, me detiene.

 

En ese preciso momento me cuestiono el por qué de mi existencia, si en ella

no encuentro lo que siempre he estado buscando.

 

Indagar en lo más hondo de mi interior, en el que refinadas telarañas encaran

ilusiones, aspiraciones y hacen florecer miedos.

 

La debilidad llama al calvario y mientras este despierta

la pena grita ¡No más daño¡

 

Veo pesadillas acunar sueños, sueños que deliran en un cuerpo consumido,

añorado, ausente, despreocupado por vivir.

 

La lucha nos hace fuertes, pero también nos consume. No todas las batallas se ganan,

en mayoría se pierden, y con ellas el tiempo se lleva nuestros sueños e ignorancias.

 

Sentir que vuelvo a respirar, que se halla una sonrisa en mis mejillas, las sombras desaparecen con cortesía y vuelvo a nacer una vez más para morir una menos.