Mayra Gisel

*** Sueños Rotos ***

En un abrir y cerrar los ojos mi cuento de adas se convirtió en pesadilla,

se me calló de golpe la venda que cegaba mis ojos y vi la realidad,

pude ver aquellas certezas que me negaba a verdades

por creer que a lo mejor despertarías de la posesión en el cual te creía inmerso.

 

Me quede sola sentada en la cama donde más de una vez me arrancaste gemidos de placer,

dónde yo creí que tu cuerpo era tan sólo mio,

sin saber que en esa misma cama bajo las mismas sabanas le hacías el amor a alguien más.

 

Que si me humillaste,

que si me traicionaste,

que si hay resentimiento,

que si hay dolor… eso no importa.

 

Me ví sola entre las cuatro paredes de nuestra habitación,

entre sus gritos y los míos cuando tus besos y tus caricias nos hacían tocar el cielo.

Levantando con mentiras un muro en frente de mí,

llenándome de ilusiones inventándome un futuro de papel.

 

Aposte al amor que me jurabas,

vaciándome por completo entregando el alma y la piel

confiando ciegamente en ti, creyendo una a una las palabras que de tus labios salían.

Te creí y confié aun sabiendo que me mentías.

 

Lo que una vez creí que soñamos en un segundo se vino abajo,

dándome cuenta que nunca fui importante para tí

que en verdad te daba igual que me quede o que me valla.

 

Viví el duelo yo sola todo este tiempo,

mientras vos jurabas que nunca iría a darme cuenta

que con tu psicología barata siempre podrías manejarme.

 

Y me fui acostumbrando a tus besos sin pasión,

a cada una de las caricias que por costumbre le regalabas a mi piel,

sintiendo como clavabas dagas en mi espalda cada vez que tus labios mojaban mi piel

arrancando a pedazos mi corazón cada vez que de tu boca salia un te amo que tu pretendías que yo debía creer.

 

Y de repente me encontré sola frente a tu presencia,

ahogándome en la depresión, en la desesperación y el llanto

por tratar de entender el engaño por tratar de justificar tus actos con equivocaciones mías.

 

Buscando convencerme del arrepentimiento que decías sentir,

tratando de creer y confiar en el perdón que entre llantos repetías sin parar

fingiendo amargura y dolor,

por que en ese instante que tome mis cosas y saliendo por la puerta de lo que fue nuestra casa y de tu vida

terminaste de matar mis ilusiones y sueños corriendo a los brazos de ella.