José Antonio Vilela Medina

Me acompañas arrojarlas al mar

La quietud del ser,

de lo ya sabido;

una mente libre de cadenas

que te esclavizan, y un alma

en paz, libre de heridas y rencores,

está; la sincera amistad,

amistad de papá y mamá,

amistad de hermanos,

y la amistad del amigo,

ora en presencia,

ora en la distancia,

ora en ausencia,

ora sabes incondicionalmente,

que no te olvidan, ora sabes que no te dejan.

 

Son dos almas que convergen

como dos ramales provenientes

de aquellas montañas donde se

lleva apacentar un gran rebaño de ovejas;

blancas como la nieve, esa nieve que

se deshiela y de ahí serpenteante,

bajan, finas culebrillas de agua

límpidas y diáfanas, uniéndose

en un riachuelo y cargando

quien sabe alforjas con piedras,

que juntos arrojan al mar.