Daniela Cortés

Tan poco me falta.

¿Y si lo miro desnudo en mi cama ésta noche?

No me lo tome a morbo, pues es con debido respeto,

Quiero admirar cada parte de su cuerpo completo,

ver cicatrices y manchas, es un pequeño cliché.

Llevo tanto tiempo leyendo sus movimientos finos, 

que parece que se mezclan con firmeza de pinos,

usted danza y yo danzo, con las manos al aire sin pena,

con un desliz suave, sensual y rico en la cadera.

He leído sus expresiones de disgusto y de alegría,

con sinceridad le digo que brilla más que el sol al día,

le he visto esos tics imparables que le dan en la pierna,

pareciera un alambre con muy poca resistencia.

También he contado sus lunares en el rostro dormido, 

ese rostro tierno que no parece estar preocupado, 

sino soñando, inventando una nueva y loca idea, 

para al día siguiente no sacarlo de la cabeza.

Le pregunto ¿podría admirarle desnudo ésta noche?

me faltan contar sus puntos débiles y sutiles al tacto, 

al tacto mío que no es cualquiera que va y viene,

el roce de mis labios a su piel, manto imperfecto.

Tan poco me falta para descubrirlo con plenitud,

a unos misterios que son de usted una costumbre,

que resaltan claramente su originalidad como virtud.