Que fuera Chile tu patria, tu comarca
rosaleda del norte, rompía en deseos mi alma;
y que fueras parte de la juventud de esta tierra milenaria,
donde tus párpados encontrarán refugio,
un vestido de caricias desplegadas
y suavizara la brisa sureña tu dermis.
Donde el sonido de tus deseos pudiera oírse de cristal,
el rumor desvestido de un chucao te amarrara como espuma
y cantara tu hermosura en los parajes de cada ribazo.
Te quería quieta, azulada, como poesía,
como la silba de un velero frenesí
dejándote amortiguar por el encanto gracioso
de la gloria de jóvenes zorzales.
Que fuera Chile tu patria, tu comarca
rosaleda del norte, rompía en deseos mi alma;
me lo pedía el corazón escarchado,
la apariencia de mi río.