Viniste cubierta con cálido manto
tus labios sensuales, igual que Afrodita;
traían la esencia de copa maldita
que diera a mi vida tan solo quebranto
Tus verde ojazos de clara mirada
llevaban sonrisa tranquila y serena,
entraste a mi mundo, creyéndote buena
te di mi cariño con alma abnegada.
Tu gran laberinto de tantas mentiras,
con tiernas palabras, mi vida cubrías,
y nunca pensaba que un día serías
Lucrecia de Borgia, que engaño transpiras.!
Los grandes ensueños que yo mantenía
con vil puñalada les diste la muerte,
hiciste holocausto, cambiando mi suerte
de linda mañana por noche sombría.
Caricias fingidas por siempre brindaste,
y fueron pavesas que pronto murieron,
sus luces radiantes cenizas se hicieron,
con falsas promesas mi amor cercenaste.
Tu fuiste tan solo perfume de un día,
me diste la esencia que pudo cegarme;
ahora te marchas y debo quedarme
sufriendo en silencio mi lenta agonía!
Autor: Aníbal Rodriguez.