Alberto Escobar

Vuelvo a mis Clásicos...

 

 

Me refugio en el eco que reverberan
las paredes de mi patria de papel.
Paralelepípedo que me aísla de las
nociones de realidad que se atisban
en mis recuerdos sobre el mundo
primigenio.

 Me decido a poner cuna y tumba
a todos los gañanes que se niegan
a beber del río de nuestra sabiduría.
Me aventuro a recorrerlo corriente
arriba para hallar el Dorado de mis
porqués.

Invoco a las altas instancias para que
me iluminen lo suficiente para no
atender los rumores retráctiles del que
oye sin escuchar.

Para este viaje olvido mis alforjas por
necesitar solo la compasión del que no
ve camino delante porque todavía no
está editado.

 Desvelo todas las mascaradas que me
desvían del derrotero previsto.
Arranco de mi diccionario la palabra
Amor por que sé que no tendré que
consultarla en un futuro perfecto simple,
porque sé que si tengo que pronunciarla
no seré capaz de abrir mis ojos lo
suficiente como para que el viento la 
lleve a su destino.

Aunque oí de pequeño que Petronio es el
árbitro de la elegancia, no dispongo de
energías para que mi canto sea armonioso
frente a desesperado.

La humanidad consternada espera auxilio...

Mientras yo debato sobre el sexo de los ángeles.