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La cuerda.

La cuerda en el cielo amarrada,
esperando mi cuello para ser soltada.

Mil preguntas me arrojan al vació
por el martirio de seguir en este vicio
de creer en las personas autómatas.

La razón que escasea en mi cabeza
me dicta las palabras de desesperanza,
pero el corazón grita ¡Aún hay esperanza!

Tengo miedo de morir de un brinco
soltando en el infierno lo que he creído.

Las semillas que voy plantando
se marchitan con cualquier soplido.

Imagino la vida con un mundo al revés
donde los niños enseñan partiendo de la inocencia
y practicando con la diversión la humanidad
que en algunos ayeres cayo en pereza.

La cuerda aún sigue esperando el triunfo de la razón,
pero guardo semillas siempre en el corazón,
son infinitas y las cuido con mucho amor;
aunque no terminen de germinar todavía
seguiré esperando a que florezcan algunas,
al igual que la cuerda esperara mi duda.