Juan Pablo Mendoza Salazar

Lamer la Soledad

Para soldar las partes 

muertas de la soledad atrofiada

se empieza fornicando

culminando en el ejercicio 

inolvidable de la erección,

inhalar las puertas del solsticio

y dibujarse en el lamento de la luz.

 

Lamer el portón de la soledad

es besar un poema y hallarse sin espacio,

sin contorno pero seguro.

Lamer la soledad y estrellarse, 

en su objetividad vigente,

es encarar la poesía del beso

y partir con las hojas secas.