Lucy Shines

LAMENTO DEL ADIÓS

 

 

La vida es un río que transcurre,
va bordeando esos lugares siempre transitados,
se derrama en cascadas tormentosas,
baña las costas de nuestros afectos,
recorre verdes prados vivificadores,
se bifurca en sinsabres y alegrías,
hasta desembocar finalmente
en un amplio lago o mar espacioso,
donde cada verso es vida
y cada silencio es muerte,
vida y muerte en un mix
donde estamos tu y yo
y un pedazo de cielo azul
que se quedó allí ese día
en que nos conocimos y amamos.

 

Cuánto nos amamos en ese  río,

testigo silencioso de nuestra pasión,

bañado por las lluvias que fueron nuestro ansiado néctar..

Hoy regreso buscando las huellas de tu nombre

y sólo siento el murmullo de las aguas turbulentas. .

 

Rebusco el camino que recorrimos juntos tantas veces

y que sin embargo esquivo para no hundirme en esta angustia,

que me traspasa el alma como dardos afilados

y que tan solo emigrará con tu retorno

que devolverá los frutos a este árbol marchito.

 

Esas mismas calles transitadas día a día

y las horas compartidas en el mismo café

Hoy solo resta esta tristeza sin calma,

acompañada por la melodía que duerme solitaria

Cómo olvidar…

 

Un adiós que pude evitar

y sin embargo me quedé observando,

siendo un simple testigo

de aquella barca que partía,

que transportaba al único ser

que me enseñó el amor

y despertó cada fibra

de mi piel adormecida.

 

Terminó, como terminan tantas cosas en la vida

Así, vengo a esta milonga anochecida

Y mientras vibran acordes acompasados

marco estos pasos tan nuestros como el lamento diario.

 

Aquí dejo este poema que languidece triste

entre las hojas mustias de un escritorio solitario

Entre sus páginas amarilleadas por el tiempo y el olvido

han quedado guardados tantos recuerdos

de un alma que clama por abandonar este silencio

que lastima y reclama a gritos un lugar donde alojarse.

 

Anoche soñé con fuego,

y a esa hoguera con llamas resplandecientes

nos acercábamos tanto, amor,

que el terror invadía mi cuerpo y mi alma

Y por miedo a arder en ese infierno

no pude gozar con todos mis sentidos

ni pude saborear tus últimas palabras de amor.

Por eso hoy sueño, sólo sueño

con todo lo que pudimos tener y dejamos escapar.

 

Así, vivamos con intensidad este momento,

amándonos sin pausa, sólo este presente,

todo nuestro, sin mañana

y con toda la energía de este amor efímero

donde la vida está vigente

en comunión como la abeja y la flor.

 

Nos refugiaremos en las sombras de la noche

amándonos hasta que el sol despunte

En nuestro mundo alucinado

no existirán la envidia ni la maldad

Y desde nuestro idílico sueño

desparramaremos amor a los cuatro vientos.

 

 

 

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