Diego Nicolás García Contreras

canibalícese (4)

De mi pantalón raído nadie sabe, 
paradoja desde lo perplejo.
Estático encubo varias nuevas vidas,
voces trémulas y terruños de ideas.

Tras de mi una mosca pretende morir en este desparpajo,
del que nace la congoja suicida del vientre
entre lagunas de secreciones rojas
y seres inmundos.

Desprovisto de oriente, 
la astucia silente e ignota
nos sostiéne inertes en esta desventura
natural del desecho de la porra de la escoria absoluta.

Amiga íntima del escarnio
eres viuda de la piel muerta,
madre de los esqueletos roídos
por todos los jinetes parasitarios de otros planos.

El paralelo se torna oblicuo sin concierto ni canción eterna,
el reflujo de los desprolijos,
infraerupto quemante de disecciones fúnebres
morbo delirando entre miradas embutidas.

Babas de oro y de sangre;
solo sé que aberré silencios,
saborié crueldad deliciosa
y desgarré las viceras del amor propio.

Torrentes de hiel nuestra procedencia.
Y nos corroeremos,
en el influjo perpetuo de la ignorancia pretenciosa.