Adrian Labansat

MARINA

 

 

MARINA

 

Remolcado hasta los labios atrancados por el miedo

la lengua  anuda los gritos atándolos a la garganta y a los barcos

clamor dilapidado en medio de agonías en los días de desangre,

lo anochecido se esparce,

oscuridad  de incendiaras sombras

cubiertas bajo una noche sin luces.

 

No retrocedí para salvarle, ni volvió a bordear sonrisa alguna,

sus ojos como higos se arrugaron doblados por antiguas tristezas,

su amargura la guardo en el abrigo de las lágrimas

derramadas en océanos oscuros donde las olas no siegan,

cosecha de sus  hundimientos y naufragios,

astilleros  inundados en días por la noche profanados

islas que emergen para ser  desierto sobre mares

mausoleo de inmigrantes en aguas de naufragios,

precipitados,

desgarrados,

rotos hacia olvidados archipiélagos

donde sirenas mudas tejen los lirios,

lamentos confundidos con su canto

nacimiento del tiempo y de las olas.

 

El corazón, el mar y la tierra se han endurecido,

nada encontraran en esos cuerpos,

dejen el amor sobre sus órganos

no  arrebaten el polen ni la espuma,

no esperen que el viento se pose eternamente sobre las olas y las flores.