Pegaso poeta

La consciencia del inconsciente

A continuación de él

surgió una sombra,

muy fría y prolongada

que finalmente

se confundió con el aire.

 

Llevaba tres días

sin recobrar el sentido,

sólo decía incoherencias

e injurias, a quien

le cuestionaba

su presencia.

 

Cambió de rutina

sin motivo aparente:

mientras hablaba,

ahora, mentía

de corrido,

sin detenerse

a molestar.

 

Terminó por esconderse

entre las muecas

y los sin sentidos

acudiendo a menudo

a la pregunta sincera

pero delatora.

 

Sin embargo sabía lo que hacía

no dudó nunca en callar

pues nuestra ambigua corazonada

se limitaba a seguirle

con traidora paciencia.

 

Jugaba con su carácter,

defendía la existencia

pero negaba su sentido,

se conformaba con la consciencia

de sí y de su sombra.