antonia camargo

Los entregados.

Amaneceres blancos

 donde ya no nacen las flores

a donde ya no van las golondrinas,

amaneceres blancos

nacidos de los ecos del infierno

retumbantes de fuego.

Sigilos entre paso y paso,

silencio entre letra y letra,

miedo en las paredes alta,

pies fríos

que quedan sin tapar

en una gran cama;

con un tango seductor

te lo llevas a la perdición,

danzas en las cuerdas de los violines,

te anuncias...

con tu vestido largo.

Anochecer negro,

cuna de la soledad

mecedora del olvido,

cariñosa con el indeciso,

besadora del silencio

donde ya nadie duerme,

donde ya no existe comienzo

donde ya no se llora 

lo perdido;

pisos asperos,

pensadores del universo plenos y sumidos,

ya no nazco 

ni te tus dedos

ni de tus manos,

no permanezco

ni trasciendo.

Amaneceres blancos,

anochecer oscuro,

espejos que buscan su propio reflejo,

ecos que buscan la precisión,

mentes vacias ,

cuerpos entregados

ya decididos,

finalmente me entrego,

muerte,

ya no te temo...

ven por mi.

 

Antonia Camargo.