mario mena mena

Hagamos un puente

Poco a poco se fue creando esta hondonada

hasta parecer un precipicio insalvable

fue un día y luego otro hasta que se volvió la vida

como fuimos dejando de hablarnos

y como ahora no tenemos qué decirnos.

 

Sólo nos queda repasar recuerdos

y pensar que ya no hay forma de pasar este precipicio

que nos seguiremos viendo como a través de un vidrio

con imágenes que se miran sin entenderse.

 

Tal vez no nos dimos cuenta

o creímos que era normal, que pasaría

y nos fuimos acostumbrando a no vernos, al olvido

o es posible que fuimos enseñados a la indiferencia

a no darnos importancia.

 

Por eso es lógico que sonemos repetidos, intrascendentes

que nos de pereza encontrarnos

porque nos vemos como perfectos desconocidos, inconexos

Sin un lazo que nos una, sin anécdotas comunes

sin un proyecto que hayamos hecho juntos

 

No te culpo ni me culpo

nada más pienso que así fueron las cosas

que mucho tuvo que haber intervenido

para que todo haya sido de esta forma.

Asuntos concretos, otros ni sabemos

y mucho de descuido, de dejar pasar el tiempo

y quizá algo de evadirnos

de evitar que yo sepa cosas

y no querer que tu sepas otras.

Usamos la distancia como mecanismo de defensa.

 

 Seguramente que las vidas son de dos tipos:

unas según el tamaño de sus distancias

y otras por su total cercanía.

Y tomar uno de los dos caminos

nada más depende de aceptarnos cómo somos

sin poses, sin temores, sin verguenzas.

 

De toda forma nada nos justifica

sólo es cuestión de sacar el rato

oírnos, intercambiar, andar por ahí

y comernos algo

Ahora que ya pasó la vida

tomemos el tiempo que nos queda

y hagamos un puente a este precipicio.