José Roberto Vásquez

LA MESA

LA MESA

 

Ganando tiempo sentado a la mesa para degustar conmigo mismo el manjar que  mi pericia previamente ha preparado.

 

Un toque de especias mejorará el paladar de mi silencio.

 

A la luz que entra por la puerta a mis espaldas, pareciera la vista de mis sueños despertando.

 

Debo iniciar con el banquete de recuerdos para darle un sabor a mí presente.

 

Amada mesa, cuántos secretos guardas de mí y de los que ya se fueron, cuántos guardo yo de ti, tantos que ya sabemos de memorria las recetas.

 

Los pajaritos y las ardillas están comiendo afuera en los árboles que florecen anunciando la cosecha; y entonces me pregunto tocando tu llana presencia.

 

Un silencio como el nuestro contiene alguna palabra?

 

Podría la suma de nuestros silencios hacer una pausa que reconozca ante la vida un suspiro?

 

En el resto de la estancia hay  otros amigos queridos, colocados estratégicamente y esperándome para compartir con cada uno de ellos mis silencios sin hablar.

 

Amada mesa cuál es la verdad de nuestra amistad, a ti te he contado sobre ella, de como me hace sentir y de como pienso en cada momento en su sonrisa embrujada y su mirada alucinante, te he contado de como detecto en ella su estrés y también su tristeza, te he contado de mis miedos ante ella, de mis sueños y tristezas, más tristezas que alegrias, 

Nostalgias divinas en su ardiente caldo.

 

Miedos, muchos miedos que no muestro ante nadie más que contigo, pues tú tienes ese don que me motiva a expresarlos.

 

Debo decirte que la sueño para siempre conmigo, y es que,  para siempre es un estado que cada vez esta más cerca, y cada vez me place mucho más.

 

Ajustadamente la he visto últimamente en el correr de nuestro tiempo y cada vez menos en presencia y más en mis sueños.

 

Debo decirte que nunca la he tocado y escasamente coversado con ella y todos mis intentos de acercarme concluyen en esfuerzos desgastados.

 

Antes de seguir viviendo, quiero manifestarte querida mesa que está filosofía es la teoría de mi propia naturaleza, no es lógico, solo es  correcto.

 

Mia es la dulzura que paladeo en su recuerdo, insustituible es la burbuja que me ampara del rechazo.

 

Intacto está el pedestal de su coqueteo, de sus vestidos, combinaciones de destreza femenina creadas por ella y que en nadie más pueden asentar así de hermosa.

 

Ahora amada mesa volveré a soñar con ella, a despertar pensando en ella; diseña tú una estratégia para que un día,  pueda acompañarnos a estar junto a ti.