Amaro Gargoyle

No

No.

No pretendas guardar con el mutismo lo que tu silencio no calla.

Vamos, dilo todo, fuertemente,

No evites esconder lo evidente;

No, no escondas la verdad de tu desgracia.

 

Te duele todo, hasta las cejas;

Has tratado de fruncir tanto tu frente

Por miedo a alimentar mi egolatría,

Por temor a llevar el patetismo a cuestas,

Pero lo sé todo, incluso que te duele,

Que estás llorando como un pájaro con alas escamadas;

Esa, bienvenida, es la desgracia de quererme:

Volverse eso que no se quiere, lo que nunca se esperaba,

Terminar sorprendida, con el alma herida, con la cara larga;

Intentando guardar como un último y desesperado recurso:

Verdades, de seguro, poco importantes;

Verdades pequeñitas, irrelevantes;

Verdades cristalinas y evidentes;

Verdades que por ser tuyas son muy baratas.

 

No.

No pretendas guardar con el mutismo lo que tu silencio no calla.

Vamos, dilo todo, no te calles,

No lleves el patetismo a cuestas como en efecto haces;

Al menos en este impase sal bien librada.

 

Qué verdades tan elementales tienes,

Qué artimañas tan poco envidiables guardas.

Tienes las armas hechas en papel de seda,

Los filos romos, los escudos oxidados.

Solo puedes combatir esgrimiendo la lágrima fingida.

 

En lugar de eso yo podría sentarme a escucharlo todo,

A decir te quiero,

A un último abrazo.

Te podría hacer un cumplido,

Tomarte la mano,

Recordar tu nombre.

Pero no te vistas con trajes engastados en orgullo;

Ni te aproveches de ser dueña de tu pensamiento,

Tengo poco tiempo para gastarlo en tu misterio.

Hay otras más que esperan por hacerse daño.