Juliana Agredo

ABSTINENCIA

Es 11 de enero, parece que cae la lluvia y mi alma en ella.
Las manos me han sabido a muerte las últimas veinticuatro horas por falta de música,
por la falta de un piano, 
la falta de un instrumento que toque mis palmas o que al menos sepa bailar en la tristeza. 

Se me desaguan las palabras y reconozco que el vino es la bebida divina de quien putamente extraña la ausencia o vive en la ausencia. 

Reconozco al silencio una victoria ganada en mi garganta.
Le aplaudo. 
Malnacido. 

Que se me han escapado todas las rosas y me he quedado con las espinas,

recolectando en mi bolsillo amaneceres que me abarquen la espalda desnuda, 
seduciendo con pintura a quien sublime me mira a través de su ventana; 
sólo un alma a quien le debo recuerdos. 

Voy camino arriba, 

con los párpados bien abiertos,
como quien sueña con lo imposible,
besando en la noche pensamientos, 
acariciando el rostro de quien no está, señalando la pared.


Tal parece



...El amor se me ha escurrido por la ventana.