Ángel Plaza Simón

Súbito oriolano

Camino vamos de Orihuela,
que no es su pueblo ni el mío.
Olor de almas de las rosas,
donde hablar de tantas cosas,
de Ramón y de Miguel
Ginés y Teodomiro.

En vez de tocar las suyas
toco las alas del viento: 
la niña vuela ligera 
y no permite lamentos.
No cesas, lobo, carrera,
ángel no amainas el vuelo.
Camino vas de la Vega,
compañero,
la baja vega del tiempo,
compañero...

Volveré a mis corazones,
de mimbre, cristal y fuego,
que no atienden a razones
y a mano forjan tormentas
sol poniente, compañera.

Puesto que hoy ya sólo escuchan, 
rebelde alma pajarera,
a los amantes rabiosos.
Y porque ya sólo escriben,
mi lejana compañera,
de almendros avariciosos.