Hermes Antonio Varillas Labrador

“Almas desnudas. Desnudos bajo la lluvia”

“Almas desnudas. Desnudos bajo la lluvia”

 

Se fueron los días, los meses y volaron hacia atrás

junto a los años como queriendo decirnos tienen un camino nuevo

y de muchas oportunidades para transitarlo...

 

Se fueron y un compás de íntimas confidencialidades

como herencia nos dejaron, a la buena suerte

sin medida de espacios geográficos, ni de horarios….

 

Hay en la soledad y la añoranza de la oscura noche

un conticinio insondable, infinito e interminable…

 

Cae la brisa como fino tul o telón apenas perceptible,

cerrando el acontecer del día, y causa la leve impresión

como si lloviese en todo el orbe, en todo el universo,

o como si también estuviese lloviendo muy adentro

de nuestro yo interior, de nuestra psique y entrañas

gotas de lamentos y de nostalgias insuperables…

 

Es escarcha de las estrellas que desciende

para alentarnos, reanimarnos y  reivindicarnos,

es una brisa que no moja pero empapa el alma

de recuerdos inolvidables, de bellas reminiscencias

y de pervertidos anhelos que apenas hasta este momento

tuvimos el coraje sin pudor de confesarnos…

 

Se hace más roja e intensa la sangre al pasar por el corazón,

cada latido hace que se llene de oxígeno

y reaparezca con más fuerza la melancolía,

pero también emergen mágicamente

y con vigor los deseos impúdicos de amarnos.

 

Los sonidos del silencio hábilmente ascendieron

por tus temblorosas piernas y treparon hasta los labios.

 

El temblor no es por temor a una mutua entrega,

es el frío que arrecia invitándonos y obligándonos

con tu piel y mi piel, cuerpo a cuerpo a batallar,

abrigándonos en íntima fusión, llenos de apetencias

y de erótica pasión hasta la saciedad y el desmayo.

 

El velo se fue corriendo, y la gravedad confabulada a mis caricias,

con tus seductoras prendas íntimas hace milagros,

quedando completamente desnuda de ataduras y corazas morales,

y puedo sentir tu aroma de mujer en el aire…

 

Y sintiéndose indecente la humildad y la virginidad

caracterizadas por la transparente verdad;

en la confianza que nos brindamos y nos prometimos

a  partir de esta furtiva cita en adelante,

los prejuicios y el miedo sintieron vergüenza

de tan atrevido resplandor en el erótico fragor

y se fueron lejos donde no volviesen a molestarnos.

 

Por Hermes Varillas Labrador

 

1475                                  04/01/2017

 

 

 

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