Vicente Martín Martín

Dirás que no hay derecho a que la gente se te meta en el baño

Dirás que no hay derecho a que la gente se te meta en el baño

y además utilice de columpio tu higuera,

dirás que ya estás harto de que opinen de ti,

de que te juzguen

y siempre seas culpable de todos los cadáveres que dejan

las sombras en el patio.

Pero qué vas a hacer, ya te advirtieron

de que el aire era sólo un ejercicio de inventos extinguidos,

te dijeron también que respirar

no era una obligación sino un proceso

susceptible de ser sustituido por dietas deportivas.

Y así vienen las cosas,

te levantas un día y te das cuenta de que estás en un cuerpo

al que ya no recuerdas,

dices rosas,

mañanas,

bicicletas

y ni el viento aparece abanderando fragancias orientales

ni celebran tus piernas las edades del mundo.

Debes acostumbrarte a desterrar de tus labios la palabra inocencia,

todos somos culpable de que existan los solares baldíos

y a las diez de la noche nos ponemos

gafas de prostituta,

lo que ocurre

es que el sol no ilumina con la misma vehemencia cada acera

y hay cielos amarillos y remansos umbrosos,

algo así

como un baile de máscaras entre un chico mormón y una muchacha

de estilo stradivarius.

No sé si me comprendes,

pero tuya es la culpa si no alcanzas a ver que tus higueras,

tus baños y tu casa

no son sino los restos afines de una infancia inconclusa.