eibaoga

No dejes de abrazarme.

 

No dejes de abrazarme, cuando sea;
por la mañana temprano,
y cuando las luces se apaguen,
y cuando la noche se venga,
y cuando las luces se enciendan
y siempre, y cuando sea,
y aunque me sientas ausente,
pero me veas presente,
no dejes de abrazarme.
Nunca te canses de abrazarme.
Así, mientras me abrazas;
pisaré contigo el suelo que tu pisas,
y aún apagado, harás que brille en mi la luz que fui,
luz que ahora; desluce colgada del barro de la calle.
No dejes de abrazarme, ¡abrázame siempre!.