.Luz del alba.

Viviendo tras el espejo

Con las manos desnudas

y los ojos ciegos de tanta ilusión,

escribo a tientas

con el llanto amordazado,

ahora lejos, ahora cerca,

pero siempre dentro.

¿Para qué volver a abrirlos

si solo la falsedad me espera,

si allí afuera me acechan las sombras

y jamás podré ver la luz, la única

que nace con cada mirada suya, rota?

¿Para qué soñar como un niño

si al despertar la verdad es otra?

¿Para qué seguir gritando

detrás de unos tristes versos

si después el temor me deja muda?

Quizá me pese el alma

y aunque el corazón me duela,

siga caminando con mi soledad

buscando el horizonte donde se pierdan

mis lágrimas,

donde la lluvia cese,

donde no existan mentiras

y solo persista el eco de su voz

junto a la mía.

No quiero verme de nuevo

encarcelada en el espejo

donde se quiebran mis palabras,

donde el silencio viste la palidez

de mi reflejo,

y sus labios son como el viento

que mi boca exhala,

y de mí huyen, hacia todo,

hacia la nada.

No dejaré de ser nunca

aquella chica callada que todos ven

y en la que nadie piensa,

aquella que encuentra

en el eco de un verbo y un sustantivo

a su mejor psicólogo,

aquella que sabe escuchar

lo que nadie oye.

No dejaré de ser

aunque nunca sea,

aunque nunca sea

el perfecto detalle en el que fijarse,

la belleza de una sonrisa

plasmada en una imagen,

ni tampoco la canción

que todos conocen

y que siempre agrada.

Quizá sea el preciado secreto

de lo desconocido,

aquello de lo que nadie

se atreve a hablar.

Bajo esta capa que me envuelve

pongo de manifiesto

todo lo que late en el tacto

de mis ojos, que aunque ciegos,

saben de la experiencia

incluso con efímeras historias.

Seguiré siempre guardando

entre humildes escritos,

lo que mi garganta no pronuncia,

escribiendo siempre

con las manos desnudas.