Aunque mayor no perdí las ilusiones
y hoy escribo mi carta a sus Majestades
por si me conceden los honores
a mis humildes pretensiones.
Sobre todo pido salud y optimismo,
vivir en paz, resignación y en armonía,
las cosas materiales me dan lo mismo
sólo pretendo seguir viendo la luz del día.
No perder los dones otorgados
y que al nacer me fueron regalados,
logros personales conservados
y practicados con los años.
También resignación para admitir
las actuaciones de ciertos humanos
que viven de espaldas al mundo sin sentir
una brizna de caridad por sus hermanos.
¡Y paz para encontrar la calma,
aquella que ennoblece el alma,
que te hace, sentir y amar
y te inspira para soñar!
¡De mi yo no quisiera cambiar nada,
siempre seguí los dictámenes del corazón,
y aunque en ocasiones me equivocara
sólo Dios puede juzgarme con razón!
¡Y en esta noche mágica de Reyes
tan lejana en el tiempo de mi niñez,
quiero sentir las mismas emociones,
despertar con las mismas sensaciones
y recibir vuestra gracia y bendiciones!
Fina