Santiago Miranda

Ella

Oh Ella en las calles de Virginia
tu recuerdo vuela junto al paso es tu
padre el quien en ferrocarril ha huído lejos
oh no pierdas la tristeza siempre en el Atlántico

 

Hunde mi niña tu horizonte en mi
cabeza, el mar es la mirada [reconociéndose 
      como idéntica]
habla por las roídas cadenas ancentrales
baila todas tus penas desenredando-las-en-mí
sol-si-la-do...
                            oh pequeñas huérfanas

 

En aquellos locales-campos tan cercanos
de esclavos y amantes. a las costas
de espuma desembarcados desde el sol
  a la oscura fábrica-América ¿qué incubas?
desde África arribados por la fuerza

 


Tu color Ella, aquel brillo innato
invertido a nuestros valores falsos
ópalos desalmados, ónices de fuego rallados
siendo antílopes de tu hogar en círculos danzando
como una gota uniéndose devuelta al agua

 


oh Ella. taurina terca
si no logras lo que intentas en la
profunda necesidad trastornas e inventas
como tres rangos para compartir nuestros amores
disueltos en la sangre de las copas
aquellos nuevos cristales templados
dispuestos en un surreal paraje
aquel ábaco renacido [todos nuevos sonidos]
deletreada en la vainilla áspera
de tu lengua alcoholizada por reflectores
e intrusas racistas-miradas /denunciamos
              sin belleza, en cambio
la pureza de las fina hebras
durísimas como barras de tetra-acero
corrugados los pliegues de una piel
distante te vas ahora te veo
scateando primigenia poesía
déjame subir contigo a la cima
por la escala celestial de tu voz