Raul Gonzaga

Arrancaste el espino

 

Solitario me hallaba, ¡cuán letal soledad!
Contemplaba azul cielo pues buscaba una estrella
Que salvara el naufragio que dejó una querella,
Quise nueva esperanza, otra oportunidad;

Busqué un puerto seguro, otra vez libertad,
Pues no hallaba salida; vi una vana centella,
Un amor tan fingido, vana sombra de aquella
Fatua, oscura prisión, de dolor y crueldad;

Enfrenté otro desprecio, mar de inmenso dolor,
Fatuos tiempos de dicha, despiadado destino,
Un sendero de llanto y total desamor;

Me sentí tan deshecho en tan rudo camino,
Que ya nada quedaba, sino polvo de amor,
Mas llegaste de pronto: ¡y arrancaste el espino!…