Rafael Parra Barrios

La Tarde que delató al amor!

La tarde luce triste.

Ella, mi amor; y yo, su amor

con soledad nos fuimos

y quedamos al son de la distancia,

cual lontananza compungida.

La tarde evasiva y solitaria

derramó las huellas

de seres enamorados

que sin querer dejarse

se evaporaron.

 La tarde esquiva y pasiva,

y hasta morena,

dejó constancia del transitar

de caminos diferentes

que clamaban uno común.

 La tarde dejó el sabor a ti,

el estigma de la pasión,

 y me hizo saber

que te necesito,

que te adoro,

que te anhelo!

 La tarde que tarde te hiciste,

tal vez no fue la mejor,

aunque sus destellos

iluminaron la consciencia,

la del amor

y la de los enamorados.

 La tarde del sábado

no se parece a la anterior,

esa que se encumbró

y deslumbró pasión,

con las fresas de la felicidad.

 La tarde, aquella que fue fría,

expresó su calor,

y ahora luce acongojada.

Habla del romance

de nuestros corazones.

 Las tardes cinéticas,

una gélida y otra ardiente,

demostraron que el amor,

carece de altura.

Que es horizontal

y se hace circunstancial,

 y se convierte en estructural.

Las tardes, una con café

y otra con crema,

andan nostálgicas,

porque su lírica

en su espacio temporal,

ondulan tras su autenticidad.

 La tarde de las tardes,

rondan ahora,

te buscan a ti

y yo así, te espero

en mi atardecer.